14 nov. 2020 - 8:00 p. m.Por: Ariel Ávila * / Especial para El Espectador
En los dos años de la administración de Iván Duque las disidencias han duplicado su presencia.
*Entrevista completa en el link.
La solidez, la centralización y la unidad de las Farc asombraron a los analistas en cincuenta años de guerra. Ahora, después de la firma del Acuerdo de Paz, esa fuerza es un archipiélago de grupos y tendencias. Por un lado, está el grupo oficial, la marca oficial, que quedó en manos de Timochenko, el último comandante en jefe de esa guerrilla, el que estuvo detrás de las negociaciones en La Habana, el que fue ratificado en el primer congreso hecho en legalidad. Ese grupo, ahora convertido en partido político con representación parlamentaria, reúne la mayoría de excombatientes y simpatizantes del movimiento. Por otro lado, está una disidencia política legal que reúne a mandos medios encabezados por Andrés París. Más allá están las disidencias armadas, una diáspora de grupos con mandos, influencias e intereses diversos, que son 28 grupos y se organizan en tres tipos de disidencias. En este artículo vamos a tratar de hacer un mapa de estas disidencias armadas y de sus graves acciones en los territorios de nuestro país. (Aquí puede leer la crónica de la visita de la Fundación Paz y Reconciliación al campamento de las disidencias en el departamento del Cauca).
Las disidencias armadas comenzaron como una decena de grupos en 2017, pero fueron aumentando el número de personas armadas y presencia municipal. Pasaron de estar en 56 municipios para finales de 2018 y, en la actualidad, operan en 113 municipios. No debe olvidarse que, en 2016, antes de la concentración de las Farc, está guerrilla operaba en 242 municipios. A continuación se ve el mapa de presencia de las disidencias en 2020.
Se podría decir que en los dos años de la administración de Iván Duque las disidencias han duplicado su presencia. Sin embargo, los 28 grupos no son homogéneos y no todos están articulados, lo que se encuentra es una gran dispersión y disputa entre ellos. La Fundación Paz y Reconciliación ha logrado detectar tres líneas bajo las cuales se articulan todas estas agrupaciones. Esto explica por qué en algunas zonas la guerra es a muerte y, en varias zonas, aparecen y desaparecen grupos con mucha facilidad.
Los tres subgrupos de disidencias son: los de Gentil Duarte e Iván Mordisco que se hacen llamar las verdaderas Farc y agruparía, por lo menos, a 16 de estos grupos. Luego, está la Segunda Marquetalia, al mando de Iván Márquez, Santrich y compañía, en teoría, agrupan cinco de estas disidencias, aunque dicen tener más grupos. Luego están las estructuras dispersas, que son aquellas que están desarticuladas y trabajan como organizaciones criminales autónomas. Los Contadores en Tumaco, el Frente Oliver Sinisterra en el Pacífico nariñense y el grupo conocido como Mafia Sinaloa, que opera en el bajo Putumayo, son algunos de los ejemplos. En varias regiones la guerra es a muerte.
Guerra entre las disidencias
Con la vuelta a las armas de Iván Márquez y otros excomandantes de las Farc, las tensiones saltaron. Las versiones indican que, mientras Márquez se movía hacia la frontera con Venezuela, hubo una reunión con Gentil Duarte e Iván Mordisco, donde quedó sellada la fragmentación, pues, al parecer, Iván Márquez quiso comandar la estructura de Gentil Duarte y la respuesta fue un no; de hecho, le dijeron que debía explicar lo que había sucedido con la dejación de armas.
Márquez partió para la frontera y, desde ese momento, las tensiones no han hecho más que aumentar. Se presentaron confrontaciones en varias zonas del país y las estructuras de Gentil Duarte se impusieron. Una de las disputas más fuertes se dio en el occidente del país. Allí, Duarte envío, desde el Guaviare, a un antiguo mando del Frente 1, que tuvo como tarea la agrupación de varias de estas estructuras. Algunas se sometieron y otras no. Entonces, Duarte decidió crear el Comando Coordinador de Occidente, estructura que opera en varias zonas del Cauca, Nariño, Valle del Cauca y sur del Tolima y agrupa ocho disidencias, entre ellas, la Columna Dagoberto Ramos, la Jaime Martínez y el Frente Carlos Patiño, entre otras (ver el mapa).
Luego de desplazar a la Segunda Marquetalia, las estructuras de Duarte e Iván Mordisco enviaron delegados a otros grupos de disidencias más autónomos, como los del Pacífico nariñense, donde dialogaron con la gente que era de Guacho agrupados en dos facciones del antiguo Frente Oliver Sinisterra; igual pasó con Los Contadores y otros grupos de la región. No hubo acuerdo y, también, la guerra estalló.
Las otras guerras Pero, además de las guerras entre disidencias, el país se consume en otras disputas. Las disidencias pelean contra el Eln, el Clan del Golfo y estructuras del narcotráfico en varias partes del país. Tres zonas tendrían las mayores cifras de confrontación. Por un lado, el sur del Cauca, donde el Frente Carlos Patiño se disputa el territorio con una estructura del narcotráfico y con el Eln. Han circulado varios videos de la disputa que se vive allí. En el bajo Putumayo, el Frente Carolina Ramírez, de la estructura de Duarte, se disputa el territorio con el grupo Mafia Sinaloa. Esta disputa ha dejado varios muertos, incluyendo el asesinato de líderes sociales. La última guerra se vive en el Pacífico nariñense, donde hay once estructuras que se disputan metro a metro el territorio, pero el mapa cambia constantemente. Colombia se encuentra en lo que podría denominarse un empate técnico negativo, lo cual explica la degradación de la disputa y varias de las masacres que han ocurrido en el país. Generalmente, en países donde un actor sale de la guerra, como en el caso de las Farc, tienden a presentarse disputas por las zonas de economías ilegales. Estas disputas duran, en promedio, dos años o un poco menos, pero Colombia completa casi tres años y nadie gana. Todos los actores ilegales son muy parecidos en su fortaleza o debilidad y nadie puede cooptar al otro. Entonces, solo queda el camino de la degradación. Todo parece indicar que aún quedan varios meses de esta disputa. * Subdirector, analista e investigador de la Fundación Paz y Reconciliación.
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